Censa EUA por raza desde hace 200 años

8-Marzo-2017

Coatzacoalcos, Ver.

R. Angélica López Martínez

 

Estados Unidos de América también inicia cada década con un Censo poblacional para establecer sus estadísticas demográficas.

A diferencia de nuestro país donde no sabemos cuántos blancos, mestizos o indígenas habitamos en la República Mexicana, dado que el INEGI no lo pregunta; a Estados Unidos le importa establecer las cantidades de miembros de las distintas razas que conforman su colectividad.

 

Se puede discutir si segregar a los seres humanos de esta forma es bueno o malo, empero si lo vemos desde un punto de vista objetivo, es útil conocer el número de chinos que viven en tu territorio, ¿qué tal y se infectan de un raro virus que solo los ataque a ellos?, ¿cómo los curarías?

 

Los siguientes datos fueron extraídos de un reportaje publicado por El País.

“Los ciudadanos reciben un formulario en su casa en el que deben describir su raza y el Gobierno sabe así desde el número de ciudadanos hasta el origen y la etnia con la que se identifican. Sin embargo, las opciones entre las que pueden elegir los estadounidenses han cambiado a lo largo de la historia, prácticamente cada década, y solo una se ha mantenido constante desde la primera edición en 1790: ‘blanco’”.

 

Respecto a las minorías que habitan el país de “las barras y las estrellas”, el conteo demográfico todavía no ofrece la forma más apropiada de proveerles una filiación y da pie a muchas confusiones.

 

Dice “El País”, “la variación entre versiones – del Censo- es la representación más transparente de cómo la inmigración, la economía o las guerras han definido la composición demográfica de uno de los países más diversos del mundo”.

 

Esto no debe causar sorpresa ya que Estados Unidos es uno de los pocos países de América donde la colonización no permitió el mestizaje con los grupos étnicos locales, sino que los replegó casi hasta el exterminio. Otros pueblos donde la presencia del factor genético indígena americano es muy bajo, son Argentina en Sudamérica y Canadá en Norteamérica, por citar dos ejemplos; por el contrario, Brasil, Cuba y México son de los que ofrecen mayor diversidad racial y cultural, como si existieran muchas pequeñas naciones dentro de una más grande.

 

¿Cómo ha evolucionado el Censo que Estados Unidos aplica por vía del timbre postal, que se devuelve sin costo?

 

“Su primera versión solo distinguía entre ‘blancos libres’, ‘esclavos’ y ‘otras personas libres’. El término ‘esclavo’ o ‘negro libre’ permaneció hasta 1850 y Estados Unidos no registró ‘otras razas’ que no fueran blancos ni negros hasta 1910.

El término hispano, por ejemplo, no apareció hasta 1980. Anteriormente, en 1930, el Censo creó una casilla para identificar a mexicanos, pero la comunidad mexicano-americana logró que desapareciera diez años después al considerar que si seguían siendo registrados como “blancos” -como había ocurrido hasta entonces- tendrían más derechos, de acuerdo con la interpretación de la historiadora Cristina Mora”.

 

En el apartado anterior nos damos cuenta que al menos la comunidad mexicano-americana no tiene muy claro a que raza pertenece.

Tradicionalmente la antropología divide a los seres humanos en tres principales razas y de allí parten las otras ramificaciones: caucásica o blanca, negroide o negra, mongoloide o amarilla; en una de estas se tendría que clasificar a los mexicanos, pero no ocurre así.

 

Ocurre que en Estados Unidos los ‘blancos’ o ‘albinos’ son los anglosajones (ingleses, irlandeses); germanos (alemanes, austriacos); eslavos (rusos, eslovenios, croatas, polacos) o escandinavos (daneses, suecos, noruegos); pero en esta definición no aglutinan a los españoles, italianos, portugueses, albanos, que también son caucasoides; así como los blancos sudamericanos y centroamericanos y, por ende, los mexicanos.

 

Veamos que sucedió después con la identificación de los mexicanos:

“Latino no volvió a constar en el Censo hasta 1970, cuando se podía elegir entre mexicano, puertorriqueño, cubano, centroamericano, sudamericano o de origen español, y desde entonces ha cambiado cada década. En 1980 se simplificó en la categoría ‘de origen hispano o español’, en 1990 se añade el origen ‘latino’ y en 2000 aparece latino como categoría principal junto a ‘hispano’ o ‘español’.

 

En 2010, por primera vez, los estadounidenses pudieron distinguir si son Hispanos, Latinos o de origen español y, después, si son mexicanos, puertorriqueños, cubanos o de un origen distinto”.

 

Una verdadera confusión para un mexicano rubio que no puede elegir la casilla “blanco” aunque sus características físicas lo ubiquen en unos de los subgrupos caucasoides, y ¿los morenos?, ¿son de la raza negroide o café?, en todo caso lo más sano sería poner un pequeño sub inciso donde dijera: mestizo blanco o moreno americano, o bien amerindio para ubicar a los indígenas americanos, sioux, apaches, comanches, hincas, mixtecos, mayas, etcétera.

 

No debe pasarse por alto que la raza caucasoide también abarca a los semitas, árabes o hindúes y estos no son albinos, tampoco amarillos, sino de piel olivácea o morena clara. Aquí es donde se puede reclamar un parpadeo de racismo en Estados Unidos.

Citamos el reportaje de “El País” a continuación: “Aunque el Censo siempre especifica que ‘hispano’ o ‘latino’ no es una raza, su inclusión es una señal del reconocimiento al peso de esta comunidad en la población de Estados Unidos -casi uno de cada seis ciudadanos- y un espejo de cómo ha evolucionado con el tiempo creando su propia manera de identificarse como ‘latinos’ además de ‘hispanos’.

 

De esta manera, los argentinos o uruguayos son latinos y los españoles, aunque ellos estén incluidos legítimamente en uno de los subgrupos de la raza caucasoide al llevar en los genes herencia celta e ibera, tienen que marcar la de hispanos, aunque Hispania no exista como demarcación política.

 

Ahora bien, en el transcurso de la evolución del Censo la posibilidad de elegir una raza o etnicidad propia no existió hasta 1960, esto porque cuando agentes a caballo realizaron el primer Censo en 1790, la raza se consideraba una característica física establecida, explica el Centro Pew Research.

 

Nos dice nuestra fuente informativa que desde el año 2000, se abrió la posibilidad de “elegir más de una raza, por lo que Estados Unidos registra hasta 63 posibilidades para identificar a los ciudadanos gracias a la combinación de alternativas”.

 

Cabe mencionar, que la última encuesta aplicada en 2010, justamente hace 7n años de la Era de Trump, “reveló que nueve millones de estadounidenses utilizan más de una categoría racial para definirse. Entonces, Estados Unidos también aprendió, según un estudio de Pew Research, que el número de personas que se identifican como birraciales o multirraciales se ha duplicado desde 1980”.

 

Según estimaciones estadísticas hasta 2060 sobre cómo evolucionaría la composición étnica de Estados Unidos en el futuro. “En el breve plazo de cincuenta años, se esperaba que hubiera 100 millones de norteamericanos más: de los 319 millones actuales se pasaba a los 417 millones cinco décadas más tarde. Una evolución notoria, habida cuenta del progresivo descenso de la natalidad.

 

Estados Unidos de América presenta una avasalladora inmigración de minorías no blancas anglosajonas que está cambiando drásticamente su demografía, como lo demuestra el último Censo del 2010, esto explica la aferrada urgencia de Donald Trump por frenar esta oleada que lentamente va dándole un nuevo rostro a la geografía del poderoso país del Norte, aquel que se fundó a partir de 13 Colonias y después extendió sus brazos cual pulpo absorbiendo a quienes estaban cerca de él y violando la tan necesaria soberanía de las naciones; el mismo que un 11 de Septiembre de 2001 vio como los tiempos estaban cambiando a paso veloz y aquel día la intolerancia se volvió en su contra poniéndolo de rodillas.

 

En nuestros días, raza o etnia es un concepto que ya no es se explica únicamente por la teoría mendeliana, sino que intervienen elementos familiares, sociales o culturales dando pie a modernas posturas como la “diversidad cultural” o la “equidad de género” que pretenden apuntalar una mejor convivencia humana fuera del racismo, discriminación, machismo o feminismo extremo. Ante Dios, el Creador, somos iguales en cualquier envoltura, credo o preferencia sexual.

 

NÚMEROS EN ESTADOS UNIDOS

 

De esta manera, se calcula que en 2060 sólo el 43,6% de la población sea blanca no-hispana, frente al 62,2% actual. Por contra, la población definida como hispana pasa del 17,4% actual al 28,6% futuro. La población blanca por debajo de los 18 años será tan sólo del 35,6%, prácticamente igual al total de la población hispana menor de edad, el 33,5% (hoy es un 52% contra un 24,4%). En el futuro habrá menos adultos blancos que de otras razas, pero seguirán siendo mayoritarios.

 

Con información recabada en https://magnet.xataka.com.