El gatopardismo y la detención de Javier Duarte, el ex prófugo, el cínico

17-Abril-2017

José Luis Ortega Vidal

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Del mismo modo que existe una relación entre drogadicción y delincuencia subsiste en el mundo –México no es la excepción- un vínculo profundo entre política y crimen organizado.

La detención de Tomás Yarrington -ex gobernador de Tamaulipas- en Italia el pasado 9 de abril, remite de inmediato a la década de los 20s en México, cuando recién había concluido la etapa armada de la Revolución de 1910.

Estados Unidos, país vecino cuyo desarrollo capitalista se benefició de la obtención –mediante la invasión de 1847-1848- de la mitad de nuestro territorio, prohibió el consumo de alcohol entre 1920 y 1933.

La Ley Seca norteamericana hizo florecer el contrabando de alcohol de México hacia “el otro lado” bajo una simple lógica económica: donde hay demanda siempre existe oferta, legal o ilegalmente.

Al Capone, mafioso emblemático de la época no alcanzaba a cubrir la demanda y desde México nuestros mafiosos le "echaban la mano".

En Tamaulipas Juan Nepomuceno Guerra –a la sazón un joven, pues nació en 1915- se convirtió en contrabandista junto con familiares y aprovechó la frontera de Matamoros y Reynosa con Texas –antaño territorio mexicano- para su éxito criminal.

Con los años, al paso de décadas y conocido ya como Juan N. Guerra, dicho personaje fue co-fundador del cártel del golfo.

Juan Nepomuceno murió en el 2001 y apenas alcanzó a tener noticias sobre un grupo de seguridad creado por Osiel Cárdenas: Los Zetas.

La vida no le alcanzó para atestiguar el rompimiento entre el cártel de su creación y los sanguinarios ex militares sumados al crimen organizado.

 

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Si sólo observamos la captura de Tomás Yarrington estamos viendo la parte superficial de un mar salvaje y mortal.

Si nos sumergimos en la historia del poder político de Tamaulipas bucearemos en aguas llenas de tiburones que a lo largo de casi 100 años han controlado –en complicidad- gubernaturas, diputaciones, senadurías, alcaldías y todas las variables del crimen organizado: incluyendo el alcohol ilegal y las drogas durante los últimos 50 años.

Políticos y crimen organizado han ido de la mano, han asumido compadrazgos, impunidad, injusticia, violación de toda clase de leyes; han creado un Estado paralelo; se han repartido el pastel sangriento producto de estas acciones inhumanas a costa de la pobreza de la mayoría y de la muerte de quienes se interpusieron en su camino.

 

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Tamaulipas y Veracruz son estados vecinos; sólo los separa el río Pánuco en la huasteca.

El tráfico de ilegales, el control sobre la prostitución –es decir el comercio de carne humana- el contrabando de drogas y de productos comerciales americanos hacia nuestro país durante la etapa del modelo económico “Sustitución de Importaciones” impuesto en México a partir de la década de los 40s, han ocurrido en ambas entidades por lo estratégico del territorio que comparten desde las playas el golfo de México.

La presencia de cárteles como el del golfo, el de Sinaloa, de Guadalajara, los Zetas, CJNG y la creación de un cártel propio: el del Totonacapan, no son historia nueva en Veracruz.

Igual que en Tamaulipas tal circunstancia recorre buena parte del siglo XX, abarca lo que va del XXI y nos conduce a la misma lógica: la aprehensión de Javier Duarte de Ochoa -la noche del pasado sábado 15 de abril- como un espectáculo mediático superficial, una especie de show de delfines domesticados cruzando aros frente a un público desinformado e inocente.

Duarte de Ochoa es un tiburoncito en el mar de los tiburones que lo capturaron –en Guatemala- para protegerse, para exhibirlo como parte de un teatro, de un distractor evidentemente electoral.

 

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El viaje de la suegra, la cuñada, el cuñado y los hijos de Javier Duarte de Ochoa y Karime Macías de Duarte, el viernes 14 de abril, al país del que apenas nos separa el río Suchiate, partiendo desde el aeropuerto de Toluca, fue un burdo ejercicio circense.

Las sonrisas entre cínicas y nerviosas de JaViDu junto a policías guatemaltecos y de la INTERPOL, lo corroboran…

La no captura de su esposa y el desconocimiento de su actual paradero lo confirman…

Brenda Caballero, brillante periodista veracruzana, escribió el mismo viernes 14 de abril el dato que una fuente certera le filtró: los hijos de los Duarte Macías viajaban a Guatemala.

Resulta obvio que la entrega estaba pactada.

La hipótesis de que ni siquiera fue una entrega porque el gobierno siempre supo dónde estaban los Duarte y sólo esperaba el momento clave para traerlos al escenario público, se fortalece.

El momento es político y es actual: con un PRI que se sabe derrotado de cara a los comicios del próximo 4 de junio en Veracruz…

Un PRI decidido a fortalecer a la alianza PAN/PRD y atajar a la MORENA jarocha…

Un PRI que puede perder Nayarit a manos de MORENA…

Un PRI que se juega la vida electoral federal a disputarse en el 2018 en los comicios del Estado de México, donde el 4 de junio -aún ganando- puede ver cómo se consolida MORENA como la segunda fuerza en el estado con la mayor cantidad de votantes del país…

Un Enrique Peña Nieto alarmado y consciente de que Tomás Yarrington podría ser extraditado de Italia a Estados Unidos y no a México; para contar al FBI y la CIA más detalles sobre la podredumbre del poder político y sus pactos con el crimen en la tierra del águila, la serpiente y el nopal…

Un Presidente de la República que habría ordenado la captura de JaViDu como parte de una desesperada estrategia electoral y la búsqueda de una cobertura de la espalda a un año de conocerse su relevo…

Sea del partido que sea su sustituto al habitante de los pinos no le convenía que la detención de Javier Duarte ocurriese fuera de su control…

El ex gobernador de Veracruz sabe demasiado sobre los fondos de campaña que llevaron a Peña Nieto al poder…

Por otra parte la detención pactada y los meses de un escape falso tampoco se descartan; por simple sentido común…

 

(5)

En Veracruz el crimen organizado y el poder político han operado de la mano al mismo tiempo que este fenómeno histórico/económico y socio/político ocurría en Tamaulipas…

Las mismas fechas, causas semejantes, intereses comunes; circunstancias estratégicas e impunidad, absoluta impunidad que viene desde el poder central -también llamado federal- bañado siempre en las mismas aguas puercas.

 

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Veracruz tiene una economía pública quebrada que tardaría 50 años en reponerse de darse –en este lapso- las condiciones que no se han dado a lo largo de un siglo: es decir justicia, honestidad pública, legalidad, madurez democrática.

Veracruz está socialmente desquebrajado primero por décadas de pobreza y durante los últimos cuarenta y tantos años por luchas sangrientas in crescendo.

Por el sistema corporativo, por cacicazgos, manipulaciones de escenarios sociales y violentos desde el gobierno, evolución del narcotráfico que primero empleó nuestro territorio para el paso de las drogas y luego lo convirtió en mercado de consumo.

Por “venta de plazas” desde el poder público hacia los cárteles; por la corrupción institucional que se volvió un cáncer metastásico e incluye a gran parte de la clase política y a todos los cuerpos policiacos, así como un sector importante de la sociedad civil.

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Nada cambiará con la captura de Javier Duarte de Ochoa.

Era necesaria, sí, pero también es inútil salvo para los tiburones que siguen siendo sus cómplices…y para los amos de esos tiburones.

Como escribió se escribe en la novela El gatopardo: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

He ahí la lección del sábado de gloria de JaViDu: el político preso -ex prófugo y hoy cínico- más famoso de México…