Aniversario luctuoso de Sor Juana Inés de la Cruz

17-Abril-2017

El 17 de abril de 1695, Sor Juana Inés de la Cruz falleció víctima de una epidemia de fiebre que invadió el convento de San Jerónimo.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez, nació el 12 de Noviembre de 1651 en la entonces alquería de San Miguel Nepantla, hoy Estado de México. Sus padres fueron Don Pedro Manuel de Asbaje y Vargas y Doña Isabel Ramírez de Santillana.

 

Fue la menor de tres hijas. Desde muy temprana edad,  Juana se interesó en la lectura y aprendió a leer a los tres años, a pesar de que en su época las mujeres no tenían acceso a la cultura. Estudió en la biblioteca de su abuelo en la Hacienda de Panoayan, Estado de México. A los ocho años escribió una loa del Santísimo Sacramento para la festividad del Corpus. En 1665 entró a la Corte al servicio de la virreina, Doña Leonor Carreto, marquesa de Mancera, y fue objeto de asombro y veneración por su inteligencia, memoria y discreción.

 

Con tan solo 16 años tomó la decisión de ingresar al  convento de las Carmelitas Descalzas para poder dedicarse a los estudios. Tuvo que salir tres meses después de su estadía en el convento por enfermedad, y regresó al palacio virreinal. Firme en su decisión, al año siguiente hizo sus primeros votos en la comunidad de las Jerónimas, llevando con ella el nombre religioso que tomó de la fundadora del convento de San José: Sor Inés de la Cruz. Desempeñó el cargo de archivera del convento y llevaba la contaduría sin descuidar sus deberes. Dedicó la mayor parte de su tiempo al estudio de la ciencias exactas y a la poesía en su búsqueda de la libertad de la mujer.

 

En 1683 ganó dos premios en el certamen universitario del Triunfo Parténico. En 1690 a Sor Juana le hicieron llegar una carta del obispo de Puebla, Don Manuel Fernández de Santa Cruz  invitándola a dedicarse a las lecturas religiosas puesto que ha olvidado el estudio de la espiritualidad. Sor Juana responde y defiende el derecho del saber por parte de las mujeres. En  1693, algunas autoridades eclesiásticas emprendieron un juicio secreto en contra de Juana, juzgándola por creerla una monja mundana, rebelde y poco fervorosa. El juicio concluyó en febrero de 1694 con la sentencia de confesar sus culpas y ceder su biblioteca con todo y sus instrumentos y regalos. Ella, de manera ingeniosa, vendió su biblioteca integrada por más de cuatro mil volúmenes, donó el dinero a los pobres, abandonó sus estudios y sus trabajos literarios. Además fue obligada a escribir con la sangre de sus venas a manera de tinta, textos de penitencia exigidos por el tribunal eclesiástico como petición que en forma causídica presentó al Tribunal Divino la Madre Juana Inés de la Cruz, por impetrar perdón a sus culpas, y fue forzada a realizar la renovación de sus votos.

 

Sus obras literarias están integradas por:

 

Romances, redondillas, décimas, glosas, sonetos, liras, ovillejos, silvas, villancicos, letras, autos sacramentales, loas, sainetes y prosas. Un ejemplo de ellas, Billetes y otros poemitas, Memorial a un juez, Hombres necios que acusáis, Dime vencedor rapaz, El divino Narciso, El cetro de José, El mártir del sacramento: San Hermenegildo, Los empeños de una casa y Amor es más laberinto.

 

Fuente: CONACULTA / SEP