El pasado 20 de abril de 2016, minutos después de las 3:00 de la tarde, el ronco y sonoro rugir de una explosión como cañón puso en alarma a los habitantes de la región de Coatzacoalcos. Nuevamente, la planta de Clorados III explotó dejando a más cinco centenares de familias sin la persona que les diera el sustento, además arriba de un centenar de heridos, algunos graves por el grado de las quemaduras.
Datos reunidos ponen en evidencia que la tan nombrada reforma energética es un auténtico fracaso. Es fallida en cuanto a los beneficios económicos y –lo que es peor– es contraria a los intereses del trabajador, privilegiando en exclusiva a las empresas privadas y, en el caso que nos ocupa, a Mexichem.
¿Negligencia de la empresa?
“La planta de Clorados III era una de las más seguras de México”, afirma el ingeniero Daniel de la Cruz Chung, jubilado ahora, pero que trabajó en esa planta cuando era propiedad de Pemex. “Tenía un sistema de seguridad conocido como SIL 3, que es el más alto estándar de seguridad internacional y sólo dos instalaciones lo tienen en México, la planta de Clorados III y la nucleoeléctrica de Laguna Verde”.
Esto nos lleva a ver que no pudo haber resquicio alguno para una falla de la planta.
Por otro lado, reporteros como Victoria Rasgado, del consorcio Imagen del Golfo, consignan entrevistas de trabajadores que venían avisando de una fuga desde diez días antes del suceso funesto (no determinan de qué sustancia). Una fuga cuya naturaleza es de alto riesgo y los directivos de Mexichem pasaron por alto, ¿por qué?
También, la diputada federal Rocío Nahle subrayó en el Congreso que la empresa Petroquímica Mexicana del Vinilo, filial de Mexichem que administra los bienes de la nación que violando las leyes mexicanas fueron transferidos a un empresa que se creó con el nombre de Petroquímica Mexicana del Vinilo, dejó de dar mantenimiento a las instalaciones, ¿qué buscaba Mexichem lograr con eso?
José Daniel de la Cruz Chung, en su cuenta de Twitter dijo que hay tres causas posibles del accidente: 1. Falla de Mantenimiento; 2. Falla de los sistemas de seguridad o 3. Falla humana y señaló “me inclino por los dos primeros”.
Es claro que fue el primer factor, falta de mantenimiento. Pero una empresa especializada en la producción de PVC no deja de dar mantenimiento a menos de que tenga otras intenciones. Aún en el supuesto de que no midiera las consecuencias, estaba obligada moral y legalmente a saber que una fuga reportada debe atenderse para evitar riesgos: la omisión hace completamente responsable, tanto moral como jurídicamente, a la empresa Mexichem, administradora de los activos de Petroquímica Mexicana del Vinilo, PMV.
En este caso estaríamos hablando de asesinato en serie, que deja sin vida a más de 500 trabajadores, obreros de la construcción industrial, cuya mayor parte tenía edades que fluctúan entre los 25 y 30 años y que, con excepciones, trabajaban para pequeñas empresas contratistas a las que la constructora ICA subcontrató la obra de modificación a la planta de Clorados III cuya capacidad fue de 177 mil toneladas de monómero de cloruro de vinilo en 2015 que laboraban en la reconstrucción de la planta para que lograra producir las 400 mil toneladas anuales, capacidad de producción que era la originalmente diseñada para esta planta.
¿Cómo calcular los fallecidos?
En la tripulación de la planta de Clorados III laboraban, por parte de los trabajadores heredados de Pajaritos, un total de 900 trabajadores, divididos en tres turnos, 300 por turno, además de colombianos, traídos de una filial de Mexichem en ese país sudamericano y más de 600 trabajadores que laboraban para los contratistas con los que ICA tercerizaba la construcción de la obra. Un total de 900 trabajadores de todos niveles, de los que hay algunos ilesos, poco más de 100 lesionados, algunos graves, pero la cifra gruesa están desaparecidos.
No hay reporte oficial, además de que todo reporte oficial en México es poco digno de confianza y esto apunta a tomar como fuentes confiables a los reportes de personas que, a través de las redes sociales, han documentado en vídeos y fotografías la pila de cadáveres, el ocultamiento de éstos por parte de elementos de la Armada de México y la incineración de algunos en los hornos del área de Clorados, acción que unos vieron y otros percibieron el olor a carne quemada en horarios como a las 3:00 de la madrugada.
La figura se asemeja a las piras de cadáveres en los llanos de Lindavista que “heroicamente” el Ejército Mexicano incineró después de la masacre de Tlatelolco.
Algo de historia
La planta de Clorados III del complejo petroquímico de Pajaritos, que estaba diseñada para producir 400 mil toneladas al año de monómero de cloruro de vinilo, se le colocó desde hace casi 10 años en una espiral de improductividad debido a las fallas provocadas por la inexperiencia de técnicos al mando de Rafael Beverido Lomelín, quien logró una ampliación de la capacidad original de 205 mil toneladas anuales.
El asunto tiene una historia, oscura como el petróleo y los intereses internacionales, y locales, que gravitan a su alrededor.
En 1991
Como a las 8:00 de la mañana del 11 de marzo de 1991, bajo el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, Coatzacoalcos sintió una explosión cuyas ondas expansivas e incendio destruyeron la planta de Clorados III, las causas fueron, según los datos oficiales, diversos errores humanos.
En ese accidente falleció cerca de un millar de personas, aunque las cifras oficiales sólo reconocieron a 5 difuntos.
El momento era al cambio de turno, en el que 1200 obreros, cerca de 600 trabajadores por turno de la tripulación de la planta de Clorados III, más de mil trabajadores de diversos contratistas y transitorios y varios cientos de vendedores de alimentos que se instalaban para vender sus productos a los obreros. Pocos sobrevivieron.
El relato de algunos que presenciaron la debacle cuenta que las paredes de la empresa Cloro de Tehuantepec, hoy llamada Mexichem, se veían manchadas con la huella de los cuerpos humanos que la onda expansiva de la explosión convirtió en meras manchas sanguiñolentas en la pared.
Los restos de varias decenas de personas, unas trabajadoras de contratistas, otras del turno de la noche en Clorados y otras del turno de la mañana, que estaba por ingresar. Cuerpos de vendedores ambulantes y de transitorios en busca del empleo del día, se volvieron masas sanguinolentas e informes que –según los relatos de quienes salvaron la vida y salieron del sitio con algunas heridas, pero vivos al fin– fueron acarreados en helicópteros de la Armada de México, que “heroicamente” los acarreó con rumbo a las aguas profundas del golfo de México, traicionando una vez más al pueblo al que pertenecen al cumplir las órdenes del gobierno de Salinas, cuya legitimidad aún se cuestiona.
Cabe decir que la explosión de Clorados III en 1991 sirvió para que Cloro de Tehuantepec se privatizara y cambiara de nombre para ser Mexichem. Rara fórmula que no encuentra explicación en la legalidad mexicana, ni de entonces ni de ahora.
Después de invertir cerca de 2 mil millones de dólares, la planta de Clorados III la planta quedó reconstruida en un plazo que no excedió el año. A pesar de las reparaciones de que fue objeto, dice la versión oficial que la planta no alcanzó la eficiencia y se anunció una inversión de 115 millones de dólares para reconstruirla.
Esta segunda obra fue concesionada, bajo el esquema de llave en mano, a la empresa Duro Felgueras, la cual debía entregar la planta funcionando y el contrato preveía una cláusula de desempeño, consistente en hacerla producir mil 200 toneladas diarias por espacio de varios días, hasta llegar a su capacidad de diseño, que es de 400 mil toneladas al año.
Al no haberse realizado el proceso de arranque de acuerdo a normatividad, la planta sólo producía el 40 por ciento de lo estimando y Pemex maquilló la deficiencia a través de un programa de mantenimiento.
En 2002, el ingeniero José Daniel de la Cruz Chung, ex subdirector de Proyectos de esa planta de Petróleos Mexicanos (Pemex), denunció las irregularidades en el arranque de esta planta, y el daño patrimonial que se le realizó a la empresa por no haber exigido el cumplimiento del contrato a la empresa Duro Felgueras.
Derivado de sus múltiples denuncias, la Secretaría de la Función Pública abrió una investigación e inhabilitó a tres funcionarios.
Pero nada más sucedió y Clorados III siguió operando a menos de la mitad de su capacidad de diseño hasta que, con la apariencia de “salvar” a Pemex y a Pajaritos, Mexichem decidió proponer una alianza en la que los activos de la nación, deteriorados y todo, pasaran a formar parte de una asociación en la que la empresa de Antonio Del Valle pasaría a tener el monopolio nacional del cloruro de vinilo y la dominancia en la fabricación de policloruro de vinilo, PVC.
Esto se iba a lograr con la anuencia del gobierno calderonista, hasta que la especialista en petroquímica y miembro del grupo Ingenieros Constitución del 17, Rocío Nahle García, puso el dedo en la llaga:
El Sindicato Petrolero perdería cerca de 1300 agremiados, que pasarían a la calle directamente.
En 2012, en sesión extraordinaria del Congreso de la Unión, se frenó este despojo a la nación: los activos de la nación seguirían siéndolo y se impediría –una vez más– su traslado a manos privadas. Pero en 2013, recién iniciado el sexenio de Peña Nieto, se aprobó el ilegal traslado de dominio de los activos de la nación a la recién creada empresa Petroquímica Mexicana del Vinilo, PMV, administrada por Mexichem.
Siempre cabe la pregunta ¿defendió el STPRM a sus agremiados? Cosa que suena poco usual ya en nuestra época, ¿o no quiso Mexichem la planta chatarra, cuyas piezas están dañadas por el mal arranque de que fue objeto en 2008?
Ya el tiempo ya dio la respuesta.
Con información de JAVIER PULIDO BIOSCA
REVISTA RAICES