R. Olán.
PARTE 1/4
Me voy a permitir compartir con tus lectores esta información inédita sobre este fenómeno natural, con la única intención de que conozcan un poquito acerca del pasado de nuestros pueblos, y en específico, un poco más acerca de esta manifestación geológica: la antiquísima Mina de sal de Acalapa, que, es bien sabido por los historiadores, era aprovechada por la gente local desde antes de la llegada de los españoles. De acuerdo a registros históricos que he tenido oportunidad de estudiar, este tipo de manifestaciones se han presentado en ese mismo lugar en múltiples ocasiones durante SIGLOS.
Te voy a dar algunos ejemplos que así lo señalan: La Doctora en Historia por la Universidad de Toulouse, Laura Machuca Gallegos, actualmente profesora investigadora titular en el Centro de Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Unidad Peninsular, incluye la mina de sal de Acalapa, en las páginas 187 y 188 de su obra , como una de las minas de Tehuantepec, (entendiéndose esto, como toda la franja ístmica que incluye el sur de Veracruz) que proveían de este compuesto mineral en el siglo XVI [hace alrededor de 500 años], a los pueblos ubicados entre el istmo y los valles centrales en el Estado de Oaxaca.
La mayor parte de esta sal era usada en las minas de oro y plata que se ubicaban en Chichicapa (descubierta en 1570), Ixtlán, Ixtepeji, etc. Vemos entonces aquí, que el pueblo prehispánico de Acalapa, hacía uso de ese recurso en aquellos lejanos tiempos. Hay muchos estudios que nos señalan que había una antigua población en el lugar todavía en el siglo XVII, como lo refiere Jean-Pierre Moreau, Doctor en Arqueología, y Profesor Emérito de La Sorbona, en su libro :
“Los españoles estimaron que todos los meses, entre doce y quince buques atracaban en Cozumel, en la Bahía de Asunción, y en el Cabo Catoche, movilizando a más de dos mil hombres. Pero, desde la perspectiva de los españoles, esta actividad también era sinónimo de inseguridad. Por una parte, porque atraía a cierto número de rufianes. Por otra parte, porque esos nuevos leñadores se entregaban, llegado el caso, a pillajes. Finalmente, algunos, como William Dampier, el gran cronista inglés, volvieron a su primer amor y salieron a corso. Es lo que hicieron en 1672 los ingleses instalados en la isla de Santa Ana [Tabasco], cerca de la desembocadura del río Guaçacalco.
Al saquear una aldea india, Acalapa, provocaron el éxodo de otras tribus hacia el interior.” En este mismo ataque pirático en 1672, desapareció el pueblo de Pochutla, que se encontraba ubicado muy cerca de Moloacán, y del que poco se sabe. Es probable que el interés de los piratas de atacar Acalapa, se haya debido al chapopote, conocido por los pueblos originarios como chapoctli, palabra náhuatl que se deriva de: chiáhuatl, grasa, y poctli, humo, que se producía en el lugar, y que era usada para calafatear las embarcaciones. Pero, abordando más concretamente el tema que preocupa a la comunidad de Acalapa en estos días, encontramos una referencia muy reveladora en el libro publicado en 1852.